Quien dé por hecho que hemos dejado de jugar porque nos hicimos adultos, se encuentra en un error; más aún quien lo afirme en el caso de los treintañeros[1], para quienes el juego es –claramente– una forma de conservar la juventud.

Los llamados jóvenes adultos siguen siendo tan lúdicos como cuando eran niños y en su caso, aunque los juguetes han cambiado, estos son importantes puesto que generan una serie de experiencias que les permite corroborar su valía en términos de las habilidades, los conocimientos, el poder y el estatus que ahora poseen; y en tanto que el nivel de intensidad con que los viven es capaz de resarcir toda una gama de carencias emocionales, cuyo común denominador es –con frecuencia– el sentimiento de soledad.

Jugar los dota de una nueva vitalidad y les permite redimensionarse en un mundo donde los 30 son apenas el arranque de la vida y de la verdadera madurez; en consecuencia, buena parte de ellos, al ser propensos a adoptar modas y nuevos productos, intentará ‘lo que sea’ por conseguir aquello que los haga sentir ‘felices’.

Claro que hay de juguetes a juguetes, pero en un rango de asequibilidad viable para un treintañero típico de clase media, el siguiente es un top 5 de los que podrían llegar a ser nuestros favoritos… si no es que ya lo son.


1. Tecnología móvil

Con el auge de Internet y las plataformas digitales, toda una gama de dispositivos móviles como los teléfonos inteligentes, las tabletas electrónicas y las computadoras personales, y sus aplicaciones, se han vuelto imprescindibles para los jóvenes adultos; dado que favorecen un acceso ágil a la información y prácticamente sin restricciones, así mismo, porque les permite llevar a cabo funciones de búsqueda, publicación e interconexión que amplían su círculo social a través de redes como Facebook y Twitter. Lo que magnifica su presencia, al convertirse en personajes virtuales.

Hay quienes incluso reemplazan sus equipos con suma frecuencia, no tanto por funcionalidad sino por moda –color, tamaño y variación de las interfaces, por citar algunos aspectos–; facilitando su adquisición a otros usuarios que poco a poco se familiarizan con este tipo de tecnología (segundo uso).   


2. Ropa y accesorios

En un mundo donde la imagen es determinante para figurar a nivel social y la juventud es una cualidad a la que se aferran los treintañeros, cada ocasión exige un atuendo apropiado, atractivo y bien complementado, que haga resaltar la presencia del individuo; situación que afecta ya no sólo a las mujeres, sino también a los hombres (y no es que todos sean metrosexuales).

Colores, texturas, materiales y patrones de combinación; ajustes e implementaciones, sino es que diseños a la medida; desde la ropa interior hasta los accesorios en cabeza, cuello, manos y pies, incluso en las partes del cuerpo menos pensadas, toda prenda es importante para conquistar el estilo propio… ¡baste con ver la cantidad de treintañeros en los centros comerciales y su afán por las vitrinas!


3. Cosméticos y artículos relacionados con la salud

Pareciera que no, pero con el reconocimiento a la equidad de género y la aceptación de la diversidad sexual, el culto al cuerpo se ha convertido en un concepto heterogéneo. Es así que como parte del cuidado de la imagen, cada vez hay más mujeres y hombres preocupados por la lozanía de su piel, por su cara, su sonrisa, su cabello; por el funcionamiento de sus músculos y sus órganos. Incluso por detalles nimios como la apariencia de las uñas y la cantidad de vello.

Hoy por hoy, existe un boom de productos y servicios que no sólo nos permiten mantener una buena apariencia, sino que nos hacen sentir bien y saber que nuestro organismo trabaja adecuadamente. Desde cremas, lociones y maquillaje, hasta suplementos alimenticios, tratamientos corporales y orientación nutricional, incluso intervención quirúrgica; cuyo sustento científico, aprobación y demanda son más evidentes que nunca.


4. Artículos deportivos

Diversos estudios hechos alrededor del mundo han comprobado que el ejercicio es –en efecto– una excelente terapia física, mental y emocional, y que la gente que practica algún deporte suele ser más feliz.

Para un treintañero, hacer ejercicio va más allá de cuidar su salud; implica hacer del cuerpo un símbolo que exprese juventud a la vez que experiencia (conceptos socialmente incompatibles), que le permita reafirmar cualidades tales como la tenacidad, la disciplina y la fuerza, así como relacionarse con otras personas en este doble juego del gusto por el físico y por el esfuerzo. Talante que en voz de algunos especialistas los hace –también– arrogantes.

No se trata del deporte por el deporte, sino del deporte por la ‘percha’, por el ambiente que le rodea y por las posibilidades de ampliar el círculo social, sino es que los vínculos afectivos. Así, tan importante es quien se ejercita como el lugar donde lo hace y todos aquellos recursos que le permiten sobresalir en la pasarela deportiva.


5. Viajes y experiencias fuera de lo común

Pese a la rutina en la que podría estar inmerso, un treintañero tratará de romperla cada vez que le sea posible. Así, el hecho de desplazarse fuera de su entorno es importante no tanto por el trayecto como por toda la serie de experiencias nuevas que puede llegar a conocer, y por la intensidad con que las viva.

Cerca o lejos, dentro o fuera de su país, un viaje se vuelve significativo por el sabor de la aventura, de lo impredecible, de aquello que poco o nada tiene que ver con los escenarios típicos de la persona. Es cuando recorrer otra ciudad, interactuar con otra gente y enfrentarse a otras situaciones, incluso aquellas que nunca nos planteamos, deja huella en esta etapa de transición que es la mediana edad; haciendo del viaje, una estampa entrañable. Por ende, una especie de ‘vicio’ por querer vivir otras estampas distintas.

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Se dice que una persona envejece cuando deja de jugar, lo que –en definitiva– no aplica para los treintañeros; quienes en busca de juguetes y de nuevos compañeros de juego, atiborran los centros comerciales, las tiendas departamentales y por qué no, las tarjetas de crédito (siendo éstas su forma de adquisición predilecta).

Y ahí están, por ejemplo, haciendo notar su ‘supremacía’ frente a otros del mismo grupo, en un juego de egos que no acaba de menguar esa sensación de que algo falta y no pocas veces ‘ese algo’ lo tienen de frente. Pero se quiere más. ¡Qué divertido!

[1] Grupo constituido por hombres y mujeres de 25 a 44 años, uno de los períodos más productivos de la población a nivel mundial.

 

Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España, y Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México. Actualmente, cursa la Maestría en Administración de Tecnologías de Información, en la Universidad Virtual del ITESM.

Su experiencia profesional abarca el desarrollo de programas educativos a nivel superior y la impartición de cátedra; así como el marketing para medios y el desarrollo de proyectos audiovisuales.

A la fecha, es profesor del departamento de Comunicación y Arte Digital del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, y profesor de la Universidad Motolinía del Pedregal.